Rodrigo Rufeil fue designado como presidente de Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado, en sustitución de Martín Ferreiro, cuya salida fue anticipada días atrás por enelSubte.
Rufeil pertenece al peronismo de Córdoba, y se encuentra alineado con el sector del senador nacional Carlos Caserio. Hasta ahora se desempeñaba como legislador provincial en la provincia mediterránea. Previamente fue ministro provincial de Desarrollo Social e intendente de La Calera.
Según trascendió, políticamente el nombramiento de Rufeil en Ferrocarriles Argentinos sería una “compensación” al peronismo cordobés por la pérdida de la Secretaría de Gestión del Transporte, donde en reemplazo del cordobés Walter Saieg fue designado el rosarino Diego Giuliano, del Frente Renovador.
El desembarco de Rufeil en Ferrocarriles Argentinos plantea varias incógnitas.
Por un lado, porque no tenía vinculación previa con el Ministerio de Transporte o con las empresas ferroviarias. Por otro, porque su domicilio político no está en el Frente Renovador, que retiene la conducción del Ministerio y es mayoría en la estructura directiva de las cuatro subsidiarias de Ferrocarriles Argentinos (ADIF, SOFSE, DECAHF y BCyLSA). En este sentido, resulta una incógnita cómo se desarrollará la convivencia de un presidente de FA “ajeno” a las conducciones existentes –y representante de una empresa crónicamente debilitada– y el fortalecido tándem SOFSE-ADIF, reunificado de hecho bajo la presidencia compartida de Marinucci.
Por otro lado, porque se mantiene el interrogante de si este nombramiento implicará que efectivamente –como se pretendió con el relanzamiento de marzo pasado– Ferrocarriles Argentinos comenzará a tener un perfil más alto y a cumplir el rol que le cabe por la ley 27.132; esto es, integrar el funcionamiento de sus cuatro subsidiarias, que hasta ahora se han manejado casi como empresas independientes una de otra, dando lugar a distintos episodios de descoordinación y choque de competencias.
Esta situación, que fue observada por distintos informes de organismos de auditoría, había sido reconocida por el fallecido ministro Mario Meoni, tal como explicó en la entrevista que sostuvo con este medio semanas antes de morir. Fue esta realidad la que, precisamente, llevó a Meoni a ensayar el relanzamiento de la empresa estatal.
Meoni había tomado la decisión de mantener a cargo a Martín Ferreiro, un técnico heredado de la gestión anterior, en la expectativa de que su intento de coordinación de las subsidiarias no fuera leído como una movida política, teniendo en cuenta el complejo reparto de poder al interior del Frente Renovador. No obstante, el resultado fue que las subsidiarias se continuaron manejando en forma mayormente autónoma, dejando a “FASE” como una entidad ajena, redundante y sin mayor trascendencia práctica. Tan redundante que actualmente coexisten dos marcas: Ferrocarriles Argentinos y la denominación de fantasía “Trenes Argentinos” que usan las que en teoría son sus subsidiarias.
Pero pese a ese intento, que a la postre se reveló tímido, las razones que motivaron la reactivación de Ferrocarriles Argentinos hace apenas tres meses siguen tan vigentes como entonces. Resta saber si la designación de este nuevo presidente implicará, ahora sí, que la empresa comience a desempeñarse como la verdadera conductora del sistema ferroviario nacional, algo pendiente desde hace ya seis años, y no como una mera mesa coordinadora de terceros. Para eso, Rufeil debería contar con el volumen, el respaldo y la decisión política de lograr la integración de cuatro empresas que por momentos se comportan como desconocidas.