15 octubre 2024

El Nodo Obelisco, un patio de comidas

Se multiplican las quejas y críticas en las redes sociales por la proliferación de comercios gastronómicos en el Nodo Obelisco: entorpecen la circulación y generan calor y olor en un espacio poco ventilado.

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El Nodo Obelisco, que comunica a las líneas B, C y D del Subte es la combinación más transitada de la red. Allí confluyen unos 300.000 pasajeros diarios que desde hace años aguardan la realización de prometidas obras de ampliación y mejoramiento de la conexión.

No solo los pasillos y escaleras son estrechos y están mal señalizados, sino que quienes transitan por allí son sometidos a una auténtica carrera de obstáculos.

Por caso, en el vestíbulo que conecta a las estaciones Nueve de Julio y Carlos Pellegrini (aunque insuficiente, ampliado entre 2005 y 2006) hay una panchería y un local de comidas rápidas, a los que recientemente se sumaron una casa de empanadas y hasta una Estación Saludable del GCBA.

Situación análoga se vive en el estrechísimo pasillo que vincula a las estaciones Nueve de Julio y Diagonal Norte, donde hay un kiosco y un local de Rapipago -con su consabida fila-, donde anteriormente había otra casa de empanadas.

Los usuarios de la red se quejan de la dificultad para circular rápidamente que produce la instalación de estos comercios en las áreas más transitada de la red. Los comercios no solo generan filas de gente esperando ser atendidos, sino también ocasionan calor, acompañado de un penetrante olor a una mixtura de comidas imposible de identificar.

La principal razón de esto es la falta de un sistema de ventilación adecuado que permita la disipación de vapores y olores hacia la superficie.

La instalación de locales gastronómicos no tiene parangón en otras redes de importancia. De hecho, las instalaciones comerciales en los principales metros del mundo, de haberlas, son restringidas en tamaño.

Es comprensible que el lugar más transitado de la red sea un espacio codiciado por diversos comercios. Pero cuesta comprender el criterio con el que SBASE aprueba su instalación, máxime cuando se contradice con iniciativas positivas como el despeje del andén de Constitución, que adolecía del mismo problema.

ANTECEDENTES

La proliferación de comercios e instalaciones gastronómicas en el Subte es una tendencia que se ha ido incrementando en los años posteriores a la concesión de la red.

En 1996, según recogía el matutino La Nación, Metrovías anunciaba que el Subte se convertiría en “un shopping” y realizaba estudios de mercado para ampliar la superficie comercial del Subte. En un negocio conjunto con las  firmas Interurban y CityBrokers apuntaba a recaudar entre 700 mil y un millón de dólares mensuales.

Para Roggio derivó en un lucrativo negocio que inclusive le permitió potenciar sus propios emprendimientos, a través de, por ejemplo, la instalación de cajeros automáticos y locales del Banco del Suquía, entonces perteneciente al holding cordobés.

Mientras estuvo vigente el contrato de concesión firmado en 1993, tales ingresos comerciales iban a parar a las arcas de Metrovías. Pero tras la aceptación del traspaso y la firma del nuevo contrato, los ingresos por alquileres quedan en manos de SBASE.

De hecho, en la actualidad es la empresa estatal porteña quien dispone de los espacios comerciales y los subasta públicamente.

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