El 18 de octubre de 2007 no sólo se inauguraba la línea H, primera línea de subtes construída en la Ciudad desde 1944, sino que también se establecía un peligroso antecedente legal: la “concesión precaria”. Mediante este recurso, se entregó la operación de la flamante traza a Metrovías por un plazo de tres años, que vence hoy sin que se haya encontrado reemplazante. Según la ley 670, de no mediar un concesionario privado, la operación de las líneas de Subte recae automáticamente en Subterráneos de Buenos Aires. Sin embargo, dados los sucesos en SBASE sobre los que este medio oportunamente informó, la línea H será operada por una empresa privada sin la autorización legal vigente correspondiente de no mediar un nuevo contrato antes de las 00:00 del martes.
Vale recordar que esta nebulosa situación importa un riesgo palpable para los pasajeros y trabajadores de la línea H en caso de que esa situación se prolongare por tiempo indeterminado, al no haber un claro responsable de la operatoria. Y aquí debe recordarse la ineludible responsabilidad política que le corresponde a la Legislatura, en donde duermen desde hace meses varios proyectos de ley que buscan remediar no sólo la “concesión precaria”, modalidad contractual judicialmente objetable ya que fue otorgada sin mediar un proceso licitatorio, sino también evitar el posible vacío legal que originará su caducidad automática.
Antecedentes
Cuando comenzó la construcción de la H en 2001, la intención del entonces jefe de Gobierno Aníbal Ibarra era que fuese operada por la empresa estatal Subterráneos de Buenos Aires. No obstante, esto no fue posible cuando Jorge Telerman pudo finalmente inaugurarla en una segunda oportunidad en octubre de 2007 luego de que el hoy procesado Ricardo Jaime entregara, diez días antes de las elecciones presidenciales, la autorización para la corrida de los coches Siemens O&K cuyo mantenimiento se encontraba bajo fuertes cuestionamientos técnicos y judiciales. Por aquel entonces, además, la ley 670 obligaba buscar sin excepción un operador privado para el Subte, cosa que fue modificada por Mauricio Macri a poco de asumir al permitir la opción de una SBASE operadora.
Esto provocó un fuerte conflicto político entre Alejandro Franco, director de SBASE con amplia trayectoria en la empresa y responsable de la denuncia judicial que acusaba las falencias en el mantenimiento de los coches Siemens hasta entonces a cargo de Metrovías en la línea C, y una Secretaría de Transporte que buscaba juntar algunos votos extra para Cristina Fernández de Kirchner en territorio porteño. Tras la renuncia de Franco, Jaime otorgó el permiso para la circulación de los trenes. El 18 de octubre de 2007, participó junto a Telerman y a su entonces ministro de Obras Públicas y hoy secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, de la inauguración de la línea. Meses antes, este trío de funcionarios había participado junto a Néstor y Cristina Kirchner de la inauguración del hasta hoy trunco Tranvía del Este en Puerto Madero, cuyos coches estuvieron a punto de ser retirados a mediados de año por falta de pago del alquiler a su propietaria, la empresa Mintra. Hoy, la línea H corre el riesgo de convertirse en un nuevo eslabón de una cadena de improvisaciones prolijamente enhebrada por quienes deben velar por una correcta planificación y operación del transporte público.