Tras la supresión del servicio de tranvías en Buenos Aires en diciembre de 1962, muchos coches fueron a parar al soplete sin siquiera rodar por primera vez por las calles porteñas. Otros tantos, en cambio, encontraron una nueva función tras su irreflexivo retiro del servicio: aulas, viviendas, comercios, gallineros fueron algunos de sus destinos, muy lejanos a los que sirvieron en sus días de gloria.
En Japón las cosas no son muy distintas. A principios de los 90, las autoridades del metro de Tokio procedieron a retirar las últimas unidades Mitsubishi Eidan que todavía circulaban por la línea Marunouchi tras 35 años de servicio en el caso de los coches más antiguos. Ciento veintinueve coches recalaron en las costas porteñas en 1995 por iniciativa de Metrovías, aunque con fondos del Estado nacional, para reemplazar y estandarizar la flota de la línea B. Sin embargo, en Japón quedaron coches sin destino aparente más que el desguace o el museo o, como si en Buenos Aires se hubiesen inspirado, en una nueva función. Tal fue el caso del coche 664, que funge en la actualidad como tienda de ropa en un suburbio de Tokio. Triste es reconocer que, a pesar de los años que lleva expuesto a las inclemencias del tiempo, se encuentra en mejor estado que sus hermanos que trajinan los saturados rieles del Subterráneo Lacroze.
Paralelismos porteños
Varios coches del Subte porteño fueron convertidos, luego de su retiro, en habitáculos para las más diversas actividades. Tal fue el caso del coche English Electric nº4 de la línea A; fabricado en 1911 para la Compañía de tranvías Anglo Argentina en Preston, Gran Bretaña, fue enviado a Buenos Aires junto con tres unidades adicionales para convencer a la CTAA de que abasteciera a su flamante línea de tranvías subterráneos con estas unidades. Finalmente, el Anglo optó por los productos de la empresa belga La Brugeoise et Nicaise et Delcuve, que a punto de cumplirse 100 años de su salida de fábrica continúan prestando servicio.
Aún así, los cuatro coches English Electric fueron adquiridos para funcionar como una formación de lujo que también se ofrecía en alquiler para circular por la red tranviaria en eventos importantes como bodas, campañas proselitistas o la visita del Príncipe de Gales en 1925. En 1917, un incendio destruyó el coche 1, luego reconstruído aunque con componentes La Brugeoise y retirado de servicio en 1977. Los coches 2 y 3 se encuentran restaurados y bajo custodia de la Asociación Amigos del Tranvía, quienes los hacen correr por las vías del Tramway Histórico de Caballito en eventos especiales.
El coche 4, en cambio, sufrió otros avatares antes de su retorno al taller Polvorín. Tras su retiro en 1977, fue vendido a particulares que lo trasladaron a la localidad de Banfield. Allí, funcionó como comercio de artesanías y muebles de caña, luego fue una boutique y por último una biblioteca hasta que la propiedad en donde estaba alojado fue vendida y transformada en un jardín de infantes. En 2006, tras advertir su publicación en un popular sitio de ventas online, los Amigos del Tranvía juntaron el dinero y lo compraron. Tras 29 años de ausencia, el coche 4 regresó a Caballito, en donde aún hoy aguarda una restauración demorada por falta de fondos.
Coche “English Electric” nº4 en Banfield (Foto: Aníbal F. Trasamonte en BusARG)
Tal como les ocurrió a los coches Mitsubishi que quedaron en Japón, la antigua flota de la línea B también sufrió sus reconversiones. Si bien muchas unidades Metropolitan Cammel, Osgood & Bradley, FM y Siemens terminaron abandonadas en galpones y baldíos, víctimas del soplete o bien preservadas en ferroclubes, algunas recibieron una segunda vida. Ese es el caso de algunos Metropolitan Cammel, que fueron reconvertidos en viviendas para pescadores en la provincia de Entre Rios.
Coches Metropolitan Cammel en pleno proceso de conversión a bungalows para pescadores. (Fuente: Histamar)