La Secretaría de Transporte ordenó que se instale el GPS en trenes y subtes para poder controlar en tiempo real el desempeño de estos medios de transporte. A través de una resolución publicada hoy en el Boletín Oficial, se ordena a las concesionarias que ya lo tengan instalado elevar un informe sobre su funcionamiento a la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), además de proveer el equipamiento necesario para que el organismo estatal pueda controlar la circulación de las unidades en tiempo real. De esta forma, se buscaría asegurar el efectivo cumplimiento de las frecuencias junto con demás normativas operativas del sistema ferroviario de superficie y subterráneos. Este punto es uno de los principales blancos de las críticas de los usuarios y fuente habitual de controversia entre Metrovías y los gremios del Subte.
Sin embargo, la instalación del GPS sería notablemente complicada en un medio de transporte como el subterráneo ya que requeriría una compleja triangulación de antenas para que las señales puedan ser transmitidas a los satélites del sistema. Se suma también otro argumento de peso en contra de su implementación: sería completamente redundante ya que la mayoría de las líneas de Subte poseen el sistema de señales ATP instalado, que brinda exactamente la misma información que se pretende recabar con el GPS además de influir directamente sobre la operación del servicio en caso de que se violen parámetros de seguridad preestablecidos.
En épocas no tan pasadas, no se necasitaba del GPS para estos menesteres. Hace 100 años, las locomotoras a vapor se las ingeniaban para llegar y partir a horario a tal punto que los que vivían cerca de las estaciones ajustaban sus relojes en función del siempre fiable paso del tren. En 1913, la recientemente inaugurada línea A operaba sin ningún sistema de señales, con frecuencias de 2,5 minutos en hora pico y usando los mismos trenes que hoy, hasta que en los años 20 se instaló la primera versión del ATS con paratrenes mecánicos al techo, que tras una leve modernización en los 70 operó con un encomiable nivel de seguridad hasta que fue reemplazado por el “ATP degradado” en 2008. El ATS, con ligeras variaciones, operó en toda la red durante buena parte de su historia brindando servicios puntuales y eficientes siempre y cuando las autoridades de turno cumplieran con las inversiones necesarias en material rodante e infraestructura. Hasta tanto no se asegure una clara y decicida política de mejoramiento del servicio, orientada hacia el pasajero en lugar de hacia el bolsillo de los gobiernos de turno y sus acólitos empresariales, no habrá GPS ni ATP que valga para poder viajar como seres humanos.