Los tranvías que circulan por la red de la ciudad australiana de Melbourne se alimentarán exclusivamente con energías renovables para fines de 2018. Asi lo anunció el gobierno de Victoria, estado ubicado en el sudeste de Australia y del que Melbourne es su capital.
Para cumplir con este objetivo, las autoridades llamarán a licitación a mediados de este año para construir granjas solares capaces de producir 75 MW de energía eléctrica que será entregada directamente a la red. De esta manera se evitará que se vuelquen a la atmósfera alrededor de 80 mil toneladas de dióxido de carbono en lo que constituye un paso más en la estrategia del gobierno de Australia para eliminar las emisiones de gases invernadero para 2050.
En ese sentido se expresó la ministro de Energía, Ambiente y Cambio Climático, Lily D’Ambrosio, que afirmó que “usaremos nuestro poder de compra en tanto grandes consumidores de energía para alentar las inversiones en energías renovables y generar empleo a la vez que posicionaremos a Victoria como líder en la lucha contra el cambio climático, adaptándonos a los cambios que trae aparejado”.
La red de tranvías de Melbourne es actualmente la más grande del mundo, con 250 kilómetros de vías operativas, 25 líneas y una flota de alrededor de 400 coches que gozan de prioridad de circulación en las calles y carriles exclusivos en buena parte de sus recorridos. Así, es el segundo medio de transporte público más utilizado de la ciudad, solo superado los ferrocarriles suburbanos. A modo de comparación, Buenos Aires supo tener una red de 875 kilómetros de vías y 4000 vehículos en el momento de esplendor del tranvía porteño al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Otra característica de la red es la diversidad de material rodante que posee en circulación, lo que la convierte además en un atractivo turístico. Entre los vehículos aún en uso se cuentan 65 coches “W-class” –de alrededor de 230 que subsisten en condiciones operativas– de un total de 752 fabricados en Australia entre 1923 y 1956. Si bien el Gobierno intentó retirarlos de servicio en varias oportunidades a partir de los años 80, las protestas populares obligaron a reconsiderar dicha política y a efectuarles mejoras y actualizaciones específicas como la sustitución de los troles por pantógrafos y la actualización del sistema de frenos.
Así, en 1990 fueron considerados Patrimonio Histórico por el National Trust of Australia y mantienen su condición como ícono de la ciudad, a la vez que conviven con modelos más modernos. En 2015, un intento por reutilizar algunas unidades que se encontraban fuera de servicio para instalar bares en campos deportivos –algo similar a lo que se intentó hacer en Buenos Aires con los coches La Brugeoise en 2013– fue rechazado por el National Trust y las autoridades del estado con el argumento de que “no podremos determinar si esta flota histórica puede tener una nueva vida” sobre los rieles.