“Los temas que me movilizan para activar políticamente son aquellos donde el hilo se corta por lo más delgado, en los que hay rehenes que no se pueden defender. Eso nos pasa a quienes tomamos el subte todos los días, que estamos atrapados en una pelea que no nos pertenece y de la cual nadie se hace cargo, como en el juego del gran bonete. ‘¿Yo, señor? No, señor’, ese es, más o menos, el diálogo entre Macri y Cristina. Y también sucede en el Tobar García, donde hay chicos vulnerables en el medio”, sintetiza Virginia González Gass (58), legisladora de Proyecto Sur y una de las protagonistas más activas en la pelea por el sistema de transporte entre Nación y Ciudad.
Hermana de la fallecida dirigente radical Gabriela González Gass, de quien además era amiga –“siempre fuimos vecinas y estábamos pegadas, aunque no hablábamos de política, para no pelear”–, presentó un proyecto para retrotraer la tarifa del subte a 1,10 pesos.
Lo explica: “Si Macri desconoce el acta acuerdo del traspaso, es un contrasentido que se mantenga el 127 por ciento del aumento. Si no aceptó los subtes, ¿por qué los aumenta? Por otra parte, mientras Macri y Cristina pelean, nadie se ocupa de investigar a la empresa, que es lo que nosotros hicimos: denunciarla a la Comisión Nacional de Valores. Días pasados murió un operario electrocutado, hubo medidas de fuerza de los trabajadores por el modo en que están trabajando y nadie se hace cargo”.
–Proyecto Sur está proponiendo reestatizar el subte. ¿Cómo sería ese proceso? –¿Por qué se metió en el tema de los subtes? Virginia González Gass parece ser una mujer multifacética. “Sí, siempre hice muchas cosas a la vez y bien distintas”, dice esta profesora, que empezó su actividad política en la juventud radical, junto a Gabriela, su hermana mayor, para luego romper con el partido de Yrigoyen y pasar a la Confederación Socialista Argentina, en 1976, junto con Alicia Moreau de Justo, Alfredo Bravo y Héctor Polino, entre otros.
Más tarde, ya en democracia, se integró en el Partido Socialista Auténtico, hasta que el PSA desembocó en la fuerza que encabeza Pino Solanas. En total, militó durante 30 años en el PSA. Es profesora en Letras, docente de Castellano y Literatura y actualmente mantiene su cátedra de Literatura en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde fue rectora y vicerrectora. Otras áreas de su interés son la defensa de la educación pública y los derechos de la mujer.
–¿Qué le atrajo de Fernando “Pino” Solanas? –¿Y Pino abre el debate o su liderazgo opaca la discusión colectiva, como a veces sucede con los partidos nucleados alrededor de un dirigente? –Que se haya interesado por el seguimiento de las obras del Tobar García parece algo muy distinto del tema subtes, ¿hay algo que una un tema con otro? –Ahora ya no son las mujeres golpeadas, sino quemadas. ¿Cómo evalúa el cambio de metodología en la violencia doméstica?
–La forma más efectiva de hacerlo es interviniendo la empresa durante 180 días para auditarla, a partir de Subterráneos de Buenos Aires. Luego, que pase al Estado. Y mientras no se establezca la pertenencia, retrotraer la tarifa adonde estaba. Es nuestro proyecto, además del que propone la remisión a la Legislatura del acta acuerdo del traspaso del sistema de transporte. Debe ser la Legislatura la que decida la validez o no del acta acuerdo ya que, según la Constitución, toda transferencia debe estar refrendada por este acuerdo. También los aumentos deben definirse en una audiencia pública, y no por decreto como lo hizo Macri. Pero ocurre que nosotros no podemos derogar un decreto del Ejecutivo porteño, tal como planteó un proyecto de ley que elaboramos. Lo correcto es volver donde estaba la tarifa cuando empezó el conflicto.
–Porque, tal como ocurre con los divorcios cuando quedan los chicos en el medio y son los más perjudicados, también nosotros, los usuarios, somos los perjudicados, subsidiando a una empresa con irregularidades y que encima brinda un mal servicio. En todos los países del mundo se subsidia a los usuarios, no a las empresas. Y lo que debemos discutir, en todo caso, son tarifas diferenciales. Por ejemplo, se podría plantear que los chicos que van a la escuela pública y los docentes de escuela pública viajen gratis. No es lo mismo alguien que usa el subte una vez por año que otro que va al trabajo todos los días. Además, me importa porque yo viajo en subte al Nacional Buenos Aires y a la Legislatura y conozco el tema por ser usuaria.
–Su coherencia a lo largo de los años. Y eso fue, justamente, lo que me alejó del radicalismo en mi juventud: la convivencia de diversos proyectos ideológicos. Por eso pudieron generar un (Raúl) Alfonsín, otro Alfonsín, muy diferente al primero, y finalmente un De Narváez.
–No, para nada. Tenemos plenarios todas las semanas y nuestra posición sobre el subte fue consensuada en ellos. También acordamos una postura común en la Legislatura y el Congreso.
–Sí, que ahí también tenés de rehenes a chicos vulnerables que no se pueden defender. Se ha realizado el 82 por ciento de las obras y, a raíz de un conflicto con la empresa constructora y el Ministerio de Salud de la Ciudad, se detuvieron. No se ponen de acuerdo porque la empresa afirma que no se le pagó lo que corresponde; otro gran bonete. Nos reunimos con Grindetti también a ver cómo podíamos avanzar. Yo trabajé también, años atrás, como psicolingüista en el neuropsiquiátrico Colonia Domingo Cabred, de allí que estoy sensibilizada con el tema de la salud mental y he acompañado situaciones muy angustiantes.
–Me parece que tiene que ver con la impunidad. Siempre el victimario niega haber sido él quien quemó a la mujer, en cambio con los golpes la responsabilidad es más obvia. Aquí se abre un espacio para la duda. La clave, otra vez, está en afinar la puntería en políticas educativas. Cuando fui rectora en el Buenos Aires impulsé un programa para detectar, de manera precoz, los noviazgos violentos entre los adolescentes.
por Noticias Urbanas