Como parte de una política de racionalización del sector ferroviario, y al amparo de la emergencia ferroviaria que autoriza a avanzar en la “reorganización empresarial”, el Gobierno avanza en un mecanismo para que Ferrocarriles Argentinos absorba a Trenes Argentinos Capital Humano (DECAHF), una de sus cuatro subsidiarias.
Este viernes fue publicada en el Boletín Oficial una resolución de la Secretaría de Transporte (35/2024) que dispone la transferencia de todo el personal y dependencias de DECAHF a Ferrocarriles Argentinos S.E. (FASE). Esto incluye el Museo Nacional Ferroviario, el Archivo General Ferroviario, el Centro Nacional de Capacitación Ferroviaria (CENACAF) y los Talleres Junín.
En un documento interno al que tuvo acceso enelSubte (ver abajo), se prevé adecuar la estructura organizativa de Ferrocarriles Argentinos para absorber las áreas y funciones hasta ahora desempeñadas por DECAHF.
Como paso previo, durante los últimos meses se ha producido una sostenida reducción de personal en DECAHF, con varias idas y vueltas: personal esencial que fue cesado y luego reincorporado, otro que fue transferido a la concesionaria Ferrovías y otro grupo, el de los Talleres Junín, en proceso de ser traspasado a Trenes Argentinos Cargas –pese a que la resolución de la Secretaría de Transporte transfiere los talleres como tales, en principio, a FASE–. En Ferrocarriles Argentinos también se realizaron despidos y desplazamientos de funcionarios, aunque en este caso la dotación de la empresa siempre fue mínima.
Con la reorganización, que tiene su correlato en otras empresas ferroviarias estatales, se incorporarían nuevas gerencias y se degradarían otras, que pasarían a ser subgerencias, tal el caso de Coordinación Societaria, la responsable de la articulación entre las distintas empresas ferroviarias.
La unificación de ambas empresas no es novedad para quienes conocen el sector.
Si bien formalmente cuentan con estructuras independientes, en los hechos tienen la misma sede –ambas poseen sus oficinas en la estación Plaza Constitución– y hasta comparten presidente: Federico Canedi es el titular de las dos, a la vez que el vicepresidente de la SOFSE. No es la primera vez que ocurre esto último: el predecesor de Canedi, Patricio Gilligan, también ocupó ambos cargos en simultáneo, mientras que durante el tramo final del gobierno anterior Damián Contreras también condujo ambas empresas a la vez.
Tampoco es la primera vez que se menciona la desaparición de DECAHF como empresa independiente: los primeros antecedentes de esta idea se registran hace casi una década, en tiempos de Florencio Randazzo, cuando se intentó avanzar en una fusión con la SOFSE que fue frenada por la gestión Dietrich (ver detalle más abajo). Incluso el propio Sergio Massa llegó a proponer la fusión durante la campaña electoral.
Más allá de estos antecedentes y del argumento de racionalización del gasto al que se apela desde los círculos oficiales, lo cierto es que la absorción por parte de Ferrocarriles Argentinos de la DECAHF resulta una medida más que lógica.
La actual Ferrocarriles Argentinos S.E. fue recreada por ley en 2015, con consenso político transversal, como empresa que habría de reunificar en una sola estructura las distintas empresas ferroviarias del Estado. Avatares políticos posteriores, y el hecho de que debiera convivir con otras cuatro estructuras preexistentes, hicieron imposible que cumpliera hasta ahora cabalmente esta función, que sigue siendo la prevista por ley.
Muchas de las funciones hoy desempeñadas por la DECAHF –acumuladas de forma un tanto caótica con el correr de los años, como la gestión de archivos, del patrimonio ferroviario, o del Museo Nacional Ferroviario– corresponden más a un organismo central como Ferrocarriles Argentinos antes que a una empresa cuyo nombre evoca a una gestora de recursos humanos, tarea que ya no cumple desde hace años.
Vale recordar que el origen mismo de DECAHF es residual: se formó a partir de la última parte “no privatizable” de la antigua Ferrocarriles Argentinos (la Empresa Ferrocarril General Belgrano S.A.), que quedó a resguardo de los archivos documentales de Ferrocarriles Argentinos y FEMESA, y más adelante comenzó a ser utilizada para el pago de sueldo de los distintos servicios reestatizados directa o indirectamente.
Más allá de que una unificación con Ferrocarriles Argentinos resulta a priori un paso positivo, tanto en términos de ordenamiento y eficiencia como de dotar a la empresa holding de más músculo, continúa pendiente la tarea de fortalecer a la empresa como la verdadera articuladora del sistema ferroviario nacional.
No está claro que la iniciativa del Gobierno apunte en ese sentido, mientras altas voces oficiales insisten en la voluntad de volver a privatizar el sistema. Otro aspecto problemático es que el plan de fusión parece preservar ante todo las estructuras de DECAHF, en lugar de potenciar las capacidades de planificación y coordinación que debería desarrollar Ferrocarriles Argentinos.
Vale notar, por otro lado, que por el momento la resolución publicada hoy no avanza en la liquidación de DECAHF propiamente dicha, aunque sí vacía (en favor de FASE) su estructura vigente.
Tanto Ferrocarriles Argentinos como DECAHF, cabe recordar, habían quedado excluidas de la lista de empresas ferroviarias a privatizar en la redacción final de la “Ley Bases” que fue aprobada por el Congreso, aunque estaban contempladas en el proyecto original del Gobierno. Más allá de esto, sigue pendiente la transformación de su tipo social en Sociedad Anónima, puesto que el DNU 70/2023 eliminó las sociedades del Estado.
Más allá de los planes futuros para la fusión entre Ferrocarriles Argentinos y DECAHF, mantener el statu quo actual supondría sostener el complejo entramado de internas, parcelamientos, compensaciones políticas y desinteligencias que viene caracterizando a la gestión ferroviaria. Tal estado de cosas está lejos de ser patrimonio exclusivo de la actual gestión: ha sido la norma durante los últimos gobiernos, que no han querido, no han podido, o no han sabido cómo salir por arriba del laberinto.
DECAHF: la última heredera de la antigua Ferrocarriles Argentinos
La DECAHF tiene una historia bastante intrincada. Surgió en 1993 como una consecuencia no deseada del proceso de concesiones.
Ante el fracaso de la privatización de los servicios cargueros de la línea Belgrano, la gerencia de esta línea fue escindida de la antigua Ferrocarriles Argentinos y transformada en una empresa independiente: de allí su primer nombre, Empresa Ferrocarril General Belgrano Sociedad Anónima (EFGBSA). En 1999, al entregarse finalmente en concesión, EFGBSA quedó como una empresa residual.
A partir de 2004, tras la salida de la convertibilidad y el evidente fracaso del esquema de concesiones, la empresa –que era entonces la única sociedad ferroviaria que el Estado había conservado–, comenzó a ser utilizada como pagadora de salarios de las líneas cuyos contratos de concesión hubiesen sido caducados, que no obstante continuaban siendo operadas por empresas privadas (la UGOFE y más tarde la UGOMS en el caso de las líneas metropolitanas y la SOE en el caso del Ferrocarril Belgrano). Luego, sumó a su cargo al personal del Centro Nacional de Capacitación Ferroviaria (CENACAF) y la gestión de los archivos ferroviarios.
A mediados de 2013, y considerando que su objeto social se encontraba bastante lejos de aquel para el que había sido concebida, la empresa fue renombrada como Administradora de Recursos Humanos Ferroviarios (ARHF) y convertida en una Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria (SAPEM).
La posterior absorción de la mayor parte del personal por parte de la operadora de pasajeros SOFSE y la carguera Belgrano Cargas y Logística (BCyL) dejó a la empresa casi como una cáscara vacía, por lo que en marzo de 2015 el gobierno de Cristina Kirchner, bajo la gestión en Transporte de Florencio Randazzo, decretó su transformación en sociedad del Estado como paso previo para su fusión con la SOFSE.
Justamente porque se preveía su desaparición, la existencia de la ARHF (actual DECAHF) fue completamente ignorada al momento de redactar la ley 27.132 de Ferrocarriles Argentinos, que buscaba consolidar a todas las empresas del sector en una sola compañía ferroviaria estatal.
Esta lógica medida de racionalización fue inexplicablemente frenada por el ministro Guillermo Dietrich, quien decidió no solo conservar la empresa como un organismo independiente sino renombrarla como Desarrollo del Capital Humano Ferroviario (DECAHF).
Lejos de replantearse la situación, durante el gobierno de Alberto Fernández la empresa sumó funciones tan diversas como amplias: la custodia del patrimonio ferroviario –la gestión del Museo Nacional Ferroviario y el Tren Museo Itinerante–, la gestión de proyectos turísticos y culturales –el tren Mercedes – Tomás Jofré–, la administración de los talleres de Junín y hasta fue incorporada en el directorio de Ferrocarriles Argentinos (FASE), aunque DECAHF formalmente no la integra.
La actual gestión, hasta el momento, ha mantenido sin mayores cambios el esquema heredado, e incluso ha dado continuidad a la política de mantener a cargo de DECAHF y de FASE al mismo titular, aunque sin concretar una integración formal de ambas empresas.