11 octubre 2024

Acantilado en Carlos Pellegrini

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Carlos Pellegrini es una de las estaciones más utilizadas del subte. Desde su inauguración en 1931 acercó a los vecinos de los barrios del noroeste porteño, y a los trabajadores del Gran Buenos Aires que eran llevados por el Ferrocarril Central de Buenos Aires -hoy Urquiza- hasta la estación Federico Lacroze, alejada del centro. En 1937, cuando se inauguró la estación 9 de Julio de la línea D, se formó bajo el recién inaugurado Obelisco el nudo de combinación más utilizado y complejo de la red.

El andén central de Carlos Pellegrini quedó chico. Su plataforma se encuentra a tercer nivel de profundidad, bajo los túneles de las líneas C y D, y por lo tanto su ventilación ha sido dificultosa desde siempre. El encierro, el olor y el calor se sienten en ella como en pocos lugares del Subte. Como si esta desventaja natural fuera poco, en algunas ocasiones los pasajeros tuvieron que soportar durante tiempos injustificables depósitos de basura en el andén.

Mientras tanto, las típicas filtraciones continúan escurriéndose entre los azulejos, desprendiendo la pintura y oxidando todo lo que encuentran a su paso. A este deterioro muchas veces se les suman los olores correspondientes al agua servida proveniente de los caños picados. Y Pellegrini nuevamente es víctima de esto último.

Recientemente, de dos tapas que se encuentran entre la vía que va hacia Los Incas en esta estación, comenzó a brotar agua. En al menos dos puntos a lo largo del andén de la estación pueden verse las piedras de balasto húmedas o embebidas en el líquido. Como si el peligro para la salud de los pasajeros que significa la presencia de agua servida fuera poco, se suma la posibilidad latente de un accidente causado por el contacto del agua servida con el tercer riel que suministra 600V y da movimiento a los coches Mitsubishi de la línea B.

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